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(No tan) pequeñas meteduras de pata

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escritorioCuando hablamos de “seguridad de la información” estamos acostumbrados a pensar en contraseñas, virus, actualizaciones y hackers en sótanos oscuros iluminados solamente por su pantalla de fósforo verde (vale, igual lo del fósforo verde está un poco anticuado, pero todo el mundo sabe que a los hackers les molesta la luz).

Sin embargo, cuando empiezas a trabajar en estos temas descubres que la seguridad de la información llega mucho más allá. Y te encuentras con cosas como que la ingeniería social es un método cada vez más utilizado para poner en riesgo la información de los usuarios. O el que es, para mí, el riesgo más preocupante: la inconsciencia. Muchas veces, no valoramos la importancia de la información que manejamos, y en ocasiones por descuido la vamos regalando por ahí.

No quiero decir que los usuarios seamos un problema de seguridad, pero podemos convertirnos en uno, y muy serio.

¿Algunos ejemplos? Que levante la mano aquél al que nunca nunca nunca le haya pasado ninguna de estas situaciones o algo parecido:

  • Querer reenviar un correo de un cliente a un jefe o compañero (habitualmente con apreciaciones personales sobre su contenido) y darle a responder al propio cliente. También tenemos la variante de querer responder al remitente y darle a responder a todos.
  • Ir a enviar un correo electrónico a una persona y enviarlo a alguien con el mismo nombre pero que no tiene nada que ver.
  • Equivocarse de adjunto y enviar un documento equivocado por e-mail.
  • Tener el móvil en la mano mientras hablas con alguien y sin darte cuenta presionar el botón del micrófono y enviar en un mensaje de audio de Whatsapp todo lo que has estado hablando en persona.
  • Equivocarse de grupo de Whatsapp al enviar un mensaje (gran clásico chafa-fiestas-sorpresa).
  • Querer iniciar una conversación con un contacto de chat y darle al de arriba o al de abajo y ponerte a hablar con la persona equivocada.
  • Registrarte en algún servicio y poner mal tu dirección de correo electrónico.
  • Estar tomando un café antes de entrar a una reunión y hablar sobre ella con tu compañero. Después, en la reunión, darte cuenta que la persona que estaba a tu lado en la barra con el café es el cliente con el que te ibas a reunir.
  • Modificar un documento importante en el portátil durante un viaje en AVE para aprovechar el tiempo. A la vista de cualquiera.

Por suerte no me han pasado todas a mí, pero tengo casos cercanos de cada uno de los ejemplos que he puesto (no se me iba a ocurrir todo eso a mí sola).

Algunas de estas situaciones pueden quedar en meras anécdotas, como un amigo que escribió por chat a su jefa Marta saludando con “Hola mamá”. Pero otras pueden tener consecuencias mucho más allá de la vergüenza, como enviar datos sensibles a Luis de Cliente1 en lugar de a Luis de Cliente2.

No olvidemos que proteger la información no es solamente evitar que los malos la roben y hagan maldades con ella. Proteger la información implica que únicamente acceda a ella quien realmente la necesita. Esto aplica para nuestra información personal y por supuesto para la profesional.

Así que cuando manejemos información, tengamos la seguridad siempre presente. Y manejamos información continuamente, así que ojo con las meteduras de pata que nos pueden hacer pasar un mal rato o permitir que la información llegue a las manos inadecuadas.

Está muy bien tener un antivirus, los sistemas actualizados y contraseñas de 15 caracteres. Pero tengamos también cuidado con el resto de situaciones, por lo que pueda pasar.

Y vosotros, ¿os habéis visto alguna vez en situaciones como estas? Se aceptan anécdotas y situaciones de las que todos podamos aprender.

(Imagen: https://pixabay.com/es/trabajo-escritorio-equipo-noche-933061/)

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